jueves, 5 de marzo de 2015

Las prisas no son buenas

A veces pienso que vamos demasiado rápido. Por lo menos yo. Que estamos deseando que sea viernes, y no nos damos cuenta que la vida pasa semana a semana, y que hay que disfrutar de cada día, aunque sea lunes. Y aunque nos hayan pasado cosas absurdas, contrariedades de cualquier índole, malas noticias, reuniones interminables, días duros de trabajo…Cinco días frente a dos. Dieta estricta y llega el viernes y es el despiporre. Pues ni tanto ni tan calvo.  

A veces pienso que vamos demasiado rápido, pero en el momento yo también estoy metida en la vorágine del  día a día y tampoco me doy cuenta. Cuando me pinto las uñas de la mano izquierda en las pausas del semáforo, y luego resulta que me paso toda la semana con una mano pintada y la otra no….

Y cuando Jose me llevó al trabajo y todavía no estaba arreglada, todavía me río de verme a mí misma con las zapatillas de estar en casa puestas, con los zapatos en una mano, con el típico moño de estar en casa…. En el trayecto me pinté, me peiné y me puse los zapatos. Eso sí, iba de copilota…, y respiré hondo…y cuando mi marido volvió la mirada me dijo: “¡Si pareces otra! ¡Sólo faltaba que te hubieras metido en pijama!”, jeje.  

Y es que cuando una quiere dejar la cocina arreglada, la comida en tuppers para llevar a la oficina, el desayuno hecho y recogido, la casa a punto… es lo que pasa…que no te quedan ni cinco preciados minutos para arreglarte.





La verdad es que estas cosas no las  suelo comentar por ahí, pues no es para ir pregonando que en el coche llevo unas pinzas depilatorias, y aprovecho la luz del día y los semáforos, para mantener mis cejas a raya… (Ahora que nadie me escucha…).

No me hagan mucho caso, pues este modo de vida no es el adecuado, ni el soñado….Pues el día debe también tener momentos para el descanso. Yo también los tengo ¿eh?. Necesitamos un poco de calma y de tiempo para respirar. Pero cuando una es madre, mujer, trabajadora, y ama de casa al mismo tiempo se hacen bastantes locuras… ¿O no? ¿No se les ha quedado  alguna vez la bolsa de basura en el maletero porque no les daba tiempo de pararse en el contenedor de la vuelta de la esquina? Todavía me estoy riendo cuando mi cuñado la dejó olvidada durante un par de días en su maletero, y cada vez que se montaba su tía le decía “¡Qué olol!”, pues es una señora de pueblo con acento un tanto característico…

Sólo quería escribir unas palabras para reír, y reír juntos. Y para reflexionar que las prisas no merecen la pena, ni son buenas.  Y para reírnos de las, a veces, tonterías y, muchas veces, esfuerzos (casi heroicos) que hacemos para conciliar familia y trabajo. 


Para todas las mujeres que se dejan la piel en el trabajo, las uñas en casa, y el alma y la vida por los suyos.

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